No sé lo que quiero hoy, ni lo que querré mañana. Realmente no sé si soy feliz con lo que hago o dejo de hacer, si me gusta lo que tengo o lo odio. No sé lo que soy, solo sé que estoy hecha de la misma materia que los sueños. No sé si la gente que me rodea es la que quiero o la que me ha tocado. No sé si este camino es el correcto o me desvié hace tiempo…
Sin embargo, sé que disfruto de mi vida cada milésima de segundo, que no voy a pensar en el futuro. Puede que dentro de un tiempo mi vida cambie totalmente y nada sea lo mismo. Todas las cosas que tengo, las personas, los momentos, quizás caigan en el olvido. Por esto realmente, quiero salirme del camino, hacer más caso al corazón y deja a la razón atrás. Porque lo que ahora tengo es impresionante y quiero aprovecharlo por si algún día se derrumba, porque todo se acaba. Quiero equivocarme, como muchas veces he hecho, caerme y levantarme, beber y emborracharme hasta el punto de no mantener el equilibrio y borrar todas mis penas y quiero enamorarme, reír hasta que me salten las lágrimas, saltar aunque me fallen las piernas. Y quiero dejar de oír “¿Has pensado lo que harás en un futuro?” Pues no. Nunca lo he pensado y nunca lo haré.